Expocición N°1
Tema:
Criterios para seleccionar obras literarias para niños
¿Qué es la literatura infantil?
La literatura infantil es un arte que recrea contenidos humanos profundos y esenciales; emociones y afectos primigenios; capacidades y talentos que abarcan percepciones, sentimientos, memoria, fantasía y la exploración de mundos ignotos.
¿Cómo elegir libros para niños y
adolescentes?,
¿Qué tipo de lectura se recomienda para cada
edad?, ¿qué otros factores han de tenerse en cuenta?
la selección es un proceso
complejo y de gran trascendencia a la hora de dotar una biblioteca de aula o
escolar porque en él está en juego la cimentación de los hábitos lectores.
Por eso insistimos en la necesidad de conocer
profunda e individualmente a los niños y jóvenes, para lo cual debemos
escucharles en busca de las claves que nos permitan afinar en nuestras
recomendaciones –siempre exquisitamente respetuosas– de lectura y en nuestra
selección, que inexcusablemente habrá de ser realizada por un equipo
multidisciplinar y comprometido.
Conozcamos los libros y
demás materiales de lectura, desconfiemos de los listados de libros «ideales»,
perfectos para todos y cuya «no lectura» es casi un sacrilegio. Confiemos en la
vista, en la intuición, pero vayamos más allá, no seamos frívolos
adquiriendo libros solo porque son
bonitos.
¿Qué es la literatura infantil?
La literatura infantil es un arte que recrea contenidos humanos profundos y esenciales; emociones y afectos primigenios; capacidades y talentos que abarcan percepciones, sentimientos, memoria, fantasía y la exploración de mundos ignotos.
1-Componentes Literarios
Un criterio fundamental al momento de seleccionar
textos literarios infantiles y juveniles implica poder discernir entre los
libros que contienen realmente componentes literarios y aquellos que no los
aportan.
La calidad literaria. Un buen libro para niños
debe resultar divertido, emocionante, atrapante, interesante o conmovedor para
cualquier adulto.
Si es un texto
narrativo, debe contar una buena historia, tener suspenso o generar ganas de
seguir leyendo.
Si es un poema o una
canción, debe atender a la musicalidad.
En todos los casos,
debe combinar de manera sorprendente o especial las palabras que usamos todos
los días.
El texto tiene que
poder conmover al lector en algún sentido: provocar risa, tristeza, nostalgia,
miedo, ganas de vivir algo igual.
El texto tiene que
mostrarnos de algún modo nuestra propia realidad, aunque haga referencia a un
mundo lejano.
2-Calidad de las
imágenes
La parte gráfica del
libro ha de despertar la imaginación para lo cual se han de ofrecer variedad de
técnicas y estilos para enriquecer la sensibilidad del lector. Se buscará la
armonía de las ilustraciones con el relato: ¿lo complementa?, ¿lo enriquece?,
¿entorpece su interpretación? Las imágenes han de poseer carácter narrativo
propio y cada una habrá de estar acorde con el contenido de la página. Habrá de
existir proporción entre texto e imagen, en función de la edad.
En los primeros años de
vida, los niños ven a los libros como una clase especial de juguetes y, al
igual que éstos, deben ser visualmente atractivos.
En la obra La
literatura para niños y jóvenes. Guía de exploración de sus grandes temas,
(Marc Soriano, 1995) se presentan algunos criterios para valorar las ilustraciones
de los libros infantiles:
Las imágenes deben
permitir reconocer con claridad los rasgos de los objetos, especialmente en los
libros destinados a los más pequeños, es decir, deben ser claras y legibles. A
medida que los niños crecen, se les pueden ofrecer ilustraciones más complejas
y abstractas.
Las imágenes no deben
ser una mera copia de la realidad. Como todas las obras de arte, deben ser
sugerentes y facilitar un despliegue de miradas. En otras palabras, debe
observarse que las ilustraciones no sean estereotipadas o excesivamente
realistas, sino ofrecer una visión del artista.
Las ilustraciones deben
ser sorprendentes. La televisión suele crear en los niños un acostumbramiento
al mundo de la imagen. Por eso, las que aparecen en los libros deben poder sorprenderlo
en algún punto, tener la capacidad de mostrarle otros puntos de vista, generar
un extrañamiento.
Por otra parte, es
necesario considerar que, a través de distintos libros y de diferentes
ilustradores, los niños tengan la posibilidad de observar diferentes estilos en
la producción de imágenes. Así, los libros con cuentos y poemas pueden ser
también los primeros libros de arte.
4.- Personajes
Han de ser
apasionantes, bien caracterizados psicológicamente, con los que sea apetecible
identificarse y que impacten al lector por sus actitudes y sentimientos, más
que por sus acciones.
5.- Ambientes
Sean reales o
fantásticos, habrán de ser siempre verosímiles y convincentes.
6.-
¿Descripción, narración, diálogos...?
Aunque con la edad la
proporción aumentará, los textos tendrán más acción que descripción, y los
diálogos serán frecuentes para incrementar la agilidad y amenidad.
7.- Lenguaje
El lenguaje será
enriquecedor y se adecuará al nivel comprensivo y madurativo de cada lector. Se
jugará con los dobles sentidos, juegos de palabras y demás recursos creativos
para potenciar el humor.
8.- Temática
Se ofrecerá a los niños
un abanico lo más amplio y variado de temas y planteamientos, tanto en los
argumentos como en los conflictos a los que se enfrentan los protagonistas,
valorando la verosimilitud y la honestidad con que se trate el tema. Se
valorará especialmente la sensibilidad y delicadeza con que se traten temas
como la muerte, el aborto, el divorcio, la violencia doméstica, las drogas o el
sexo.
9.- Géneros
También aquí se buscará
la variedad, huyendo del tópico encasillamiento de las lecturas infantiles en
el género narrativo. El teatro, la poesía, el ensayo, el cómic y los libros
informativos estarán presentes de modo equilibrado en nuestra selección.
10.- Aspectos formales
Es fundamental tener en
cuenta los aspectos externos del libro: diseño de la cubierta, tipografía
(tipos y tamaños de letras), papel (calidad, textura, tintura), encuadernación,
maquetación, ilustraciones, prólogos, notas...
11.- Rigor científico, objetividad y
actualidad del contenido
En las obras de
referencia, consulta y documentales, pero también en los libros de imaginación
o creación.
12.- Criterios subjetivos
Es inevitable y
aconsejable aplicar criterios personales en la selección.
Pero sólo serán
aceptables aquellos que deriven de una lectura personal y crítica, que tengan
en cuenta a los destinatarios de cada libro y que huyan de planteamientos
partidistas o moralizantes, lo cual no significa que haya que desoír criterios
morales o ideológicos.
De un modo u otro, el
libro que seleccionemos nos ha tenido que «tocar», es decir, nos ha tenido que
impactar porque nos interpela, nos hace replantear criterios personales, nos
conmueve, nos sorprende, nos aporta conocimientos o enfoques novedosos, etc.
Conviene articular
mecanismos organizativos y didácticos para formar en los propios lectores
infantiles y juveniles criterios de crítica y selección, y una vez consolidados,
favorecer su intervención en la elección definitiva y en la recomendación de
lecturas a otros lectores. La selección se realizará siempre desde un grupo de
análisis, y habrá que contrastar los criterios personales con los de los demás
y afinarlos con la consulta de las diversas fuentes de selección que comentamos
más adelante.
13.- El destinatario
La edad del lector hay
que tenerla en cuenta, pero nunca como criterio definitivo, pues es más
importante valorar su momento evolutivo desde el punto de vista psicológico,
sus gustos, su historial lector (los itinerario de lectura que ha seguido hasta
ese momento) y su nivel de conocimiento y manejo de las diferentes estrategias
de comprensión lectora.
14.- «Cada edad tiene
su aquél »
De 0 a 18 meses
Predominarán las
ilustraciones que serán coloristas y estimulantes y favorecerán la interacción
niño/adulto. Historias con un texto mínimo. Fotografías de objetos familiares
permitirán al niño conectar lo impreso y el mundo real. Los libros serán de
cartón resistente y seguro (con bordes redondeados), pero también de plástico,
madera, o distintos tipos de tejidos. Su tamaño permitirá que el niño los
sostenga solo y pueda pasar las páginas. Se incluirán sonidos y un tacto cálido
y variado.
De 18 meses a 3 años
Ilustraciones
sugerentes y fotos para mirar y hablar con el adulto. Poesías, canciones y
juegos acumulativos para repetir. Textos mínimos apoyados en una pequeña
historia narrada en imágenes (o pictogramas) e historias para ocasiones
especiales (cambio de pañales a orinal, nacimiento de hermano, caída del primer
diente...). Acción dinámica y ágil. Lenguaje claro y de calidad pero no ñoño.
Proporción texto/imagen. Las imágenes de objetos cotidianos con un texto
repetitivo permiten iniciar el desarrollo de las habilidades de lectura.
Variedad de formatos, tamaños y propuestas gráficas que aumenten su interés por
descubrir el mundo de los libros.
De 3 a 5 años
Historias que les
diviertan expresadas con sencillez, no por ello triviales ni pobres. Debe
hablarse con los niños de casi todo, aunque es muy importante la forma en que
uno se exprese, para que ellos escuchen sin perder la atención. Libros de
poemas para recitar con el niño y que éste pueda memorizar.
De 6 a 8 años
Historias de animales
domésticos que hablan, cuentos maravillosos, máquinas personificadas, ambiente
familiar (hogar, escuela, juego...) y humor. Han de evitarse siempre las
reflexiones que el niño no pueda entender, la crueldad y el terror, el
sentimentalismo (sensibilidad, no sensiblería), la metáfora pura (no la
comprende) y las descripciones minuciosas
El contenido será
adecuado a la edad del niño y a sus intereses. Con argumento, suspense y
aventura. Debe haber continuidad de acciones o de movimientos. Pocos
personajes, para no desviar la atención del niño. Escrito en estilo directo,
con diálogos frecuentes. Onomatopeyas de animales o de acciones o movimientos.
Desenlace rápido y siempre feliz. No muy largos, comprensibles y convincentes.
Impregnados de alegría y buen humor. Serán atractivos visualmente. Las
ilustraciones –preferiblemente en color– deben estar sincronizadas con el texto
para reforzar la comprensión.
De 9 a 11 años
Al mejorar la
competencia lectora, le interesan los personajes con problemas como los suyos y
las aventuras de pandillas, en las que se proyecta. Aunque también busca
misterio, cuentos fantásticos y clásicos, biografías, deportes y juegos,
pueblos lejanos, humor, animales reales o fantásticos, inventos, ciencia y
experimentos para niños.
Hay que evitar
moralejas. Acción, ambiente y caracteres vigorosos y dinámicos. No deben dejar
en el niño dudas irresolubles. Frases no demasiado largas ni complejas.
Tipografía de tamaño intermedio. Ilustraciones acordes al contenido del libro.
Resumen del contenido en la contracubierta.
A partir de los 11 años
Se inicia el desarrollo
de la conciencia social por lo que busca argumentos que contengan problemas
humanos –sociales o políticos– y alterna las lecturas intimistas con la acción
y la aventura.
Desde los 14 años
Se perfilan los
itinerarios individuales de lectura que el joven jalona de aquellos libros que
le permitan reafirmar su personalidad. El adolescente necesita modelos, espejos
en los que reflejarse, ídolos con los que identificarse y que le ayuden a
desinhibirse, a descargar adrenalina y en quien poder verter sus confidencias
más íntimas. En la narrativa buscará soluciones a sus conflictos y respuestas a
sus anhelos e interrogantes. Los temas problemáticos –drogas, paro,
delincuencia, sexo– son un tabú para su entorno familiar y por eso bucea en
busca de novelas que traten estas situaciones desde perspectivas realistas y
asépticas.
Conclusiones:
Los maestros y
bibliotecarios ofrecerán a los niños libros que estimulen su imaginación y su
creatividad; despierten y desarrollen su sensibilidad y ayuden a entender los
sentimientos; provoquen la reflexión y el sentido crítico; les ayuden a
conocerse a sí mismos y al mundo que les rodea; les abran nuevos horizontes y
despierten aficiones e intereses hacia nuevas parcelas de la vida cultural,
social, artística, etc.; estimulen la confianza en sí mismos y en el futuro;
les potencien la capacidad de pensar; favorezcan actitudes de tolerancia,
respeto y solidaridad; sean divertidos y estimulantes; y tengan calidad
literaria: por su lenguaje, su contenido y su formato.
La literatura infantil contribuye al desarrollo cognitivo, tanto en su
aspecto perceptivo como memorístico; es un medio extraordinario para fomentar
vínculos afectivos; ofrece modelos de conducta positivos y negativos; puede
favorecer el desarrollo ético a través de la identificación con determinados
personajes de los cuentos, y sirve para eliminar tensiones y superar miedos y
problemas emocionales.
La vida es la fuente de la literatura infantil, de ahí que las historias de
ciertos cuentos o chascarrillos acercan a los infantes al mundo de los adultos.
En este sentido, los niños aficionados a la literatura infantil desde edades
tempranas suelen ser buenos lectores durante toda su vida.
Las ilustraciones en los libros de literatura infantil motivan el
aprendizaje de la lectoescritura, y es, además, un componente fundamental para
el desarrollo de las habilidades lingüísticas infantiles.
REFLEXIÓN.
La
literatura infantil es un bien que se le olvida, un tesoro escondido, un gran
amor que se le pierde pero que siempre está allí y se le encuentra latente,
rozagante y confiado.
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