sábado, 6 de abril de 2013

Exposicion N°1

 Expocición N°1

Tema: Criterios para seleccionar obras literarias para niños 

¿Qué es la literatura infantil?

La literatura infantil es un arte que recrea contenidos humanos profundos y esenciales; emociones y afectos primigenios; capacidades y talentos que abarcan percepciones, sentimientos, memoria, fantasía y la exploración de mundos ignotos.

 ¿Cómo elegir libros para niños y adolescentes?,
 ¿Qué tipo de lectura se recomienda para cada edad?, ¿qué otros factores han de tenerse en cuenta? 
la selección es un proceso complejo y de gran trascendencia a la hora de dotar una biblioteca de aula o escolar porque en él está en juego la cimentación de los hábitos lectores.
 Por eso insistimos en la necesidad de conocer profunda e individualmente a los niños y jóvenes, para lo cual debemos escucharles en busca de las claves que nos permitan afinar en nuestras recomendaciones –siempre exquisitamente respetuosas– de lectura y en nuestra selección, que inexcusablemente habrá de ser realizada por un equipo multidisciplinar y comprometido.
Conozcamos los libros y demás materiales de lectura, desconfiemos de los listados de libros «ideales», perfectos para todos y cuya «no lectura» es casi un sacrilegio. Confiemos en la vista, en la intuición, pero vayamos más allá, no seamos frívolos adquiriendo  libros solo porque son bonitos.
¿Qué es la literatura infantil?

La literatura infantil es un arte que recrea contenidos humanos profundos y esenciales; emociones y afectos primigenios; capacidades y talentos que abarcan percepciones, sentimientos, memoria, fantasía y la exploración de mundos ignotos.

1-Componentes Literarios
Un criterio fundamental al momento de seleccionar textos literarios infantiles y juveniles implica poder discernir entre los libros que contienen realmente componentes literarios y aquellos que no los aportan.
 La calidad literaria. Un buen libro para niños debe resultar divertido, emocionante, atrapante, interesante o conmovedor para cualquier adulto.
Si es un texto narrativo, debe contar una buena historia, tener suspenso o generar ganas de seguir leyendo.
Si es un poema o una canción, debe atender a la musicalidad.
En todos los casos, debe combinar de manera sorprendente o especial las palabras que usamos todos los días.
El texto tiene que poder conmover al lector en algún sentido: provocar risa, tristeza, nostalgia, miedo, ganas de vivir algo igual.
El texto tiene que mostrarnos de algún modo nuestra propia realidad, aunque haga referencia a un mundo lejano.
2-Calidad de las imágenes
La parte gráfica del libro ha de despertar la imaginación para lo cual se han de ofrecer variedad de técnicas y estilos para enriquecer la sensibilidad del lector. Se buscará la armonía de las ilustraciones con el relato: ¿lo complementa?, ¿lo enriquece?, ¿entorpece su interpretación? Las imágenes han de poseer carácter narrativo propio y cada una habrá de estar acorde con el contenido de la página. Habrá de existir proporción entre texto e imagen, en función de la edad.

En los primeros años de vida, los niños ven a los libros como una clase especial de juguetes y, al igual que éstos, deben ser visualmente atractivos. 
En la obra La literatura para niños y jóvenes. Guía de exploración de sus grandes temas, (Marc Soriano, 1995) se presentan algunos criterios para valorar las ilustraciones de los libros infantiles:
Las imágenes deben permitir reconocer con claridad los rasgos de los objetos, especialmente en los libros destinados a los más pequeños, es decir, deben ser claras y legibles. A medida que los niños crecen, se les pueden ofrecer ilustraciones más complejas y abstractas.
Las imágenes no deben ser una mera copia de la realidad. Como todas las obras de arte, deben ser sugerentes y facilitar un despliegue de miradas. En otras palabras, debe observarse que las ilustraciones no sean estereotipadas o excesivamente realistas, sino ofrecer una visión del artista.
Las ilustraciones deben ser sorprendentes. La televisión suele crear en los niños un acostumbramiento al mundo de la imagen. Por eso, las que aparecen en los libros deben poder sorprenderlo en algún punto, tener la capacidad de mostrarle otros puntos de vista, generar un extrañamiento.
Por otra parte, es necesario considerar que, a través de distintos libros y de diferentes ilustradores, los niños tengan la posibilidad de observar diferentes estilos en la producción de imágenes. Así, los libros con cuentos y poemas pueden ser también los primeros libros de arte.

4.- Personajes
Han de ser apasionantes, bien caracterizados psicológicamente, con los que sea apetecible identificarse y que impacten al lector por sus actitudes y sentimientos, más que por sus acciones.

 5.- Ambientes
Sean reales o fantásticos, habrán de ser siempre verosímiles y convincentes.
 6.-  ¿Descripción, narración, diálogos...?
Aunque con la edad la proporción aumentará, los textos tendrán más acción que descripción, y los diálogos serán frecuentes para incrementar la agilidad y amenidad.
 7.- Lenguaje
El lenguaje será enriquecedor y se adecuará al nivel comprensivo y madurativo de cada lector. Se jugará con los dobles sentidos, juegos de palabras y demás recursos creativos para potenciar el humor.
 8.- Temática
Se ofrecerá a los niños un abanico lo más amplio y variado de temas y planteamientos, tanto en los argumentos como en los conflictos a los que se enfrentan los protagonistas, valorando la verosimilitud y la honestidad con que se trate el tema. Se valorará especialmente la sensibilidad y delicadeza con que se traten temas como la muerte, el aborto, el divorcio, la violencia doméstica, las drogas o el sexo.


 9.- Géneros
También aquí se buscará la variedad, huyendo del tópico encasillamiento de las lecturas infantiles en el género narrativo. El teatro, la poesía, el ensayo, el cómic y los libros informativos estarán presentes de modo equilibrado en nuestra selección.
 10.- Aspectos formales
Es fundamental tener en cuenta los aspectos externos del libro: diseño de la cubierta, tipografía (tipos y tamaños de letras), papel (calidad, textura, tintura), encuadernación, maquetación, ilustraciones, prólogos, notas...
 11.- Rigor científico, objetividad y actualidad del contenido
En las obras de referencia, consulta y documentales, pero también en los libros de imaginación o creación.
 12.- Criterios subjetivos
Es inevitable y aconsejable aplicar criterios personales en la selección.
Pero sólo serán aceptables aquellos que deriven de una lectura personal y crítica, que tengan en cuenta a los destinatarios de cada libro y que huyan de planteamientos partidistas o moralizantes, lo cual no significa que haya que desoír criterios morales o ideológicos.
De un modo u otro, el libro que seleccionemos nos ha tenido que «tocar», es decir, nos ha tenido que impactar porque nos interpela, nos hace replantear criterios personales, nos conmueve, nos sorprende, nos aporta conocimientos o enfoques novedosos, etc.
Conviene articular mecanismos organizativos y didácticos para formar en los propios lectores infantiles y juveniles criterios de crítica y selección, y una vez consolidados, favorecer su intervención en la elección definitiva y en la recomendación de lecturas a otros lectores. La selección se realizará siempre desde un grupo de análisis, y habrá que contrastar los criterios personales con los de los demás y afinarlos con la consulta de las diversas fuentes de selección que comentamos más adelante.

 13.- El destinatario

La edad del lector hay que tenerla en cuenta, pero nunca como criterio definitivo, pues es más importante valorar su momento evolutivo desde el punto de vista psicológico, sus gustos, su historial lector (los itinerario de lectura que ha seguido hasta ese momento) y su nivel de conocimiento y manejo de las diferentes estrategias de comprensión lectora.

14.- «Cada edad tiene su aquél »

De 0 a 18 meses
Predominarán las ilustraciones que serán coloristas y estimulantes y favorecerán la interacción niño/adulto. Historias con un texto mínimo. Fotografías de objetos familiares permitirán al niño conectar lo impreso y el mundo real. Los libros serán de cartón resistente y seguro (con bordes redondeados), pero también de plástico, madera, o distintos tipos de tejidos. Su tamaño permitirá que el niño los sostenga solo y pueda pasar las páginas. Se incluirán sonidos y un tacto cálido y variado.
De 18 meses a 3 años
Ilustraciones sugerentes y fotos para mirar y hablar con el adulto. Poesías, canciones y juegos acumulativos para repetir. Textos mínimos apoyados en una pequeña historia narrada en imágenes (o pictogramas) e historias para ocasiones especiales (cambio de pañales a orinal, nacimiento de hermano, caída del primer diente...). Acción dinámica y ágil. Lenguaje claro y de calidad pero no ñoño. Proporción texto/imagen. Las imágenes de objetos cotidianos con un texto repetitivo permiten iniciar el desarrollo de las habilidades de lectura. Variedad de formatos, tamaños y propuestas gráficas que aumenten su interés por descubrir el mundo de los libros.

De 3 a 5 años
Historias que les diviertan expresadas con sencillez, no por ello triviales ni pobres. Debe hablarse con los niños de casi todo, aunque es muy importante la forma en que uno se exprese, para que ellos escuchen sin perder la atención. Libros de poemas para recitar con el niño y que éste pueda memorizar.

De 6 a 8 años
Historias de animales domésticos que hablan, cuentos maravillosos, máquinas personificadas, ambiente familiar (hogar, escuela, juego...) y humor. Han de evitarse siempre las reflexiones que el niño no pueda entender, la crueldad y el terror, el sentimentalismo (sensibilidad, no sensiblería), la metáfora pura (no la comprende) y las descripciones minuciosas
El contenido será adecuado a la edad del niño y a sus intereses. Con argumento, suspense y aventura. Debe haber continuidad de acciones o de movimientos. Pocos personajes, para no desviar la atención del niño. Escrito en estilo directo, con diálogos frecuentes. Onomatopeyas de animales o de acciones o movimientos. Desenlace rápido y siempre feliz. No muy largos, comprensibles y convincentes. Impregnados de alegría y buen humor. Serán atractivos visualmente. Las ilustraciones –preferiblemente en color– deben estar sincronizadas con el texto para reforzar la comprensión.

 De 9 a 11 años

Al mejorar la competencia lectora, le interesan los personajes con problemas como los suyos y las aventuras de pandillas, en las que se proyecta. Aunque también busca misterio, cuentos fantásticos y clásicos, biografías, deportes y juegos, pueblos lejanos, humor, animales reales o fantásticos, inventos, ciencia y experimentos para niños.
Hay que evitar moralejas. Acción, ambiente y caracteres vigorosos y dinámicos. No deben dejar en el niño dudas irresolubles. Frases no demasiado largas ni complejas. Tipografía de tamaño intermedio. Ilustraciones acordes al contenido del libro. Resumen del contenido en la contracubierta.
 A partir de los 11 años
Se inicia el desarrollo de la conciencia social por lo que busca argumentos que contengan problemas humanos –sociales o políticos– y alterna las lecturas intimistas con la acción y la aventura.
 Desde los 14 años
Se perfilan los itinerarios individuales de lectura que el joven jalona de aquellos libros que le permitan reafirmar su personalidad. El adolescente necesita modelos, espejos en los que reflejarse, ídolos con los que identificarse y que le ayuden a desinhibirse, a descargar adrenalina y en quien poder verter sus confidencias más íntimas. En la narrativa buscará soluciones a sus conflictos y respuestas a sus anhelos e interrogantes. Los temas problemáticos –drogas, paro, delincuencia, sexo– son un tabú para su entorno familiar y por eso bucea en busca de novelas que traten estas situaciones desde perspectivas realistas y asépticas.
Conclusiones:
Los maestros y bibliotecarios ofrecerán a los niños libros que estimulen su imaginación y su creatividad; despierten y desarrollen su sensibilidad y ayuden a entender los sentimientos; provoquen la reflexión y el sentido crítico; les ayuden a conocerse a sí mismos y al mundo que les rodea; les abran nuevos horizontes y despierten aficiones e intereses hacia nuevas parcelas de la vida cultural, social, artística, etc.; estimulen la confianza en sí mismos y en el futuro; les potencien la capacidad de pensar; favorezcan actitudes de tolerancia, respeto y solidaridad; sean divertidos y estimulantes; y tengan calidad literaria: por su lenguaje, su contenido y su formato.

La literatura infantil contribuye al desarrollo cognitivo, tanto en su aspecto perceptivo como memorístico; es un medio extraordinario para fomentar vínculos afectivos; ofrece modelos de conducta positivos y negativos; puede favorecer el desarrollo ético a través de la identificación con determinados personajes de los cuentos, y sirve para eliminar tensiones y superar miedos y problemas emocionales.
La vida es la fuente de la literatura infantil, de ahí que las historias de ciertos cuentos o chascarrillos acercan a los infantes al mundo de los adultos. En este sentido, los niños aficionados a la literatura infantil desde edades tempranas suelen ser buenos lectores durante toda su vida.
Las ilustraciones en los libros de literatura infantil motivan el aprendizaje de la lectoescritura, y es, además, un componente fundamental para el desarrollo de las habilidades lingüísticas infantiles.
REFLEXIÓN.

La literatura infantil es un bien que se le olvida, un tesoro escondido, un gran amor que se le pierde pero que siempre está allí y se le encuentra latente, rozagante y confiado.



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